Chío, hijo mío, la clave está en los detalles.
Anoche mientras recibía el tercer mensaje de texto de Bélgica, una de tus nanas que con tanto cariño te cuida, dándome las gracias por la playera de The Sopranos que le di, me di cuenta que no cuesta mucho hacer feliz a alguien. Y no se la di para "hacerla feliz". Simplemente la agarré, me percaté de que le podía quedar y se la regalé. Pero bien podría ser una playera o un panqué o un abrazo de Año Nuevo. Lo que te trato de decir es que seas detallado con la gente que te quiere, con las personas que te procuran. No tiene que ser todos los días pero si alguien te ha hecho la vida fácil, te ha sacado de un apuro, te ha robado una sonrisa, dale un detalle cuando menos se lo espere. Vale muchísimo.
Aprovecho para decirte lo afortunado que eres de estar bajo el cuidado de Bélgica y Tatica (porque Yarlín ya se fue). Su trabajo todos los días es inmenso y yo estaré eternamente agradecida por cuidarte como lo hacen. Ni todas las playeras del mundo alcanzarán para demostrarles lo mucho que las aprecio.
El domingo en la noche me llamó Bélgica para preguntarme cuándo te ibas de vacaciones. Le contesté pero también me ganó la curiosidad.
—¿Por qué quiere saber Bélgica?
—Pues para poder tomarme unos días. No me quiero ir cuando esté Martín.
¿Cómo no tener un detalle con alguien que se preocupa así por ti?
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