Esto para decirte que debes dar gracias por cada instante de tu vida. Es un músculo que debes ejercitar a diario, el de la gratitud. Piénsalo un poquito; naciste en Nueva York, tienes un hogar donde no hace falta absolutamente nada, tenemos luz, agua potable, comida de buena calidad, calefacción y aire acondicionado, juegos, pañales limpios, dos padres que te adoran y que se adoran, una familia hermosa que siempre pregunta por ti, amigos—muchos amigos—que aunque te llevan una veintena de años estarán ahí si los llegaras a necesitar.
Estás muy chiquito para darte cuenta de la fortuna que te ha sido conferida pero te prometo que te lo voy a recordar. Y cuando salgamos a jugar, te contaré lo increíble que es poder ver un atardecer, disfrutar un helado, correr hasta cansarte. Te explicaré lo maravilloso que es oír una canción, bailar sin preocupación, hablar con los que están lejos, reírte de algún chiste y dormir plácidamente en tu cama.
Habrá días malos en los que sientes que un millón de ladrillos rojos se abalanzan sobre ti. Todos tenemos de esos días y se vale tenerlos. Pero después de un ratito de esa melancolía que intenta apoderarse de ti, te voy a invitar a que te la sacudas. Si te cuesta mucho trabajo, aquí estaré para ayudarte. Porque a veces todos necesitamos una ayudadita para sentirnos mejor.
No comments:
Post a Comment